Las cámaras partieron de un modelo simple y primitivo.
Alrededor del siglo XVI y del XVII se usaba la cámara oscura, provista de un objetivo montado en una caja portátil; el dibujante se situaba en el interior de una especie de carpa negra a través de uno de cuyos lados asomaba el objetivo.
Pronto la cámara oscura pasó a llamarse cámara fotográfica o simplemente cámara.
Los primeros modelos consistían en dos grandes cajas de madera que se deslizaban una dentro de otra para enfocar. En un extremo se hallaba el objetivo y en el otro un vidrio que hacía de pantalla de enfoque y que, luego, se sustituía por la placa fotosensible al hacer la toma. La máquina se usaba siempre sobre un soporte y no pudo sujetarse a mano hasta que no se lograron películas lo suficientemente rápidos como para contrarrestar las vibraciones del pulso. Imagínense lo incómodo que era en este tiempo.
Todas las cámaras utilizaban placas y película en hojas, emulsionadas por el propio fotógrafo. Las cámara de cajón y de fuelle utilizaban película en rollo de diversos tamaños.
La cámara de 35 mm, que requería película pequeña y que estaba, en un principio, diseñada para el cine, se introdujo en Alemania en 1925. Gracias a su pequeño tamaño y a su bajo costo se hizo popular entre los fotógrafos profesionales y los aficionados. En 1930, se crea la lámpara de flash que sustituyó al polvo de magnesio como fuente de luz.
Muchas innovaciones fotográficas, que aparecieron para su empleo en el campo militar durante la II Guerra Mundial, fueron puestas a disposición del público en general al final de la guerra. Entre éstas figuran nuevos productos químicos para el revelado y fijado de la película. El perfeccionamiento de los ordenadores facilitó, en gran medida, la resolución de problemas matemáticos en el diseño de las lentes. Aparecieron en el mercado muchas nuevas lentes que incluían las de tipo intercambiable para las cámaras de aquella época. En 1947, la cámara Polaroid Land, basada en el sistema fotográfico descubierto por el físico estadounidense Edwin Herbert Land, añadió a la fotografía de aficionados el atractivo de conseguir fotos totalmente reveladas pocos minutos después de haberlas tomado.
De las cámaras mecánicas se pasaron a las electrónicas con zoom automático, los rollos aumentaron su sensibilidad y cada vez la calidad de imagen eran superiores hasta que un nuevo mundo transformó a la fotografía… la llegada de la era digital a principios de los 90’.
Hoy ya en el siglo XXI, la mayoría de las fotos que registramos no necesitan la utilización de una película y de ningún proceso químico. Las cámaras digitales que conviven con nosotros desde hace menos de 10 años, solo necesitan de un monitor de una computadora para procesarlas y reproducirlas, las fotos podemos mandarlas por e-mail, compartirlas en facebook, retocarlas, restaurarlas, ponerlas en un video, recortarlas, y si uno quiere todavía podemos seguir revelándolas en papel, y así seguir admirando esa congelación de un objeto real, que en los primeros tiempos parecía solo obra de un milagro.
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